domingo, 27 de julio de 2008

Lisboa, te añoro.



Es domingo, y hace calor así que pensare en las ansiadas vacaciones que ya están aquí por cierto. Mis vacaciones de verano de este año están pensadas en unas islas situadas en medio del Océano Atlántico, y que afortunadamente no están masificadas por el terrorífico turismo comercial de hoy en día, estas son las Azores.

Es curioso que últimamente mis vacaciones se relacionan con Portugal, tanto la peninsular, como sus islas, ya que los años anteriores visité las zonas de Sagres, el Alentejo, Cascais y Madeira, será casualidad pero es así.

Pero la casualidad mayor es que todos estos viajes siempre terminan o empiezan en una ciudad, que francamente puedo decir me atrae y me tiene enamorado, una preciosa ciudad llena de personalidad a orillas del río Tajo, que siempre mira al mar y que se llama Lisboa.

¿Casualidad?, creo que no.

Prácticamente todos los años viajo a Lisboa, y cada año que pasa puedo asegurar que esta ciudad me gusta mas, me encanta perderme por sus calles sin rumbo fijo, pasear por sus grandes plazas, sentarme en sus terrazas, y por la noche subir a cenar y escuchar los fados portugueses en los recoletos restaurantes y tabernas de las ruas de Alfama. Recuerdo esas cenas en la “taverna do Embucado”, llena de fado y melancolia en todas sus paredes.

Afortunadamente ya me queda poco para pasearme de noche por Alfama.



Lisboa pertenece al género de ciudades con encanto. Hay ciudades para el turista ocasional; hay otras para el viajero que quiere sumergirse y empaparse de una cultura diferente. Estas últimas son los lugares que jamás olvidas. Sus imágenes se quedan atrapadas allí donde la memoria las puede rescatar una y otra vez. Son ciudades a las que deseas volver e impregnarte de aquello que te transmitieron en el primer viaje.

Lisboa pertenece a estas últimas. Su color dorado, mezcla de oro y ocre, imprime el sabor de lo antiguo, no en vano fue cabeza de imperio colonial. Recuerda los versos de Pessoa, Saramago o Queiroz.

De la capital portuguesa emana el olor añejo en fachadas y calles, en tranvías y plazas. Ciudad albero, ciudad de los sentidos bañada por el Tajo.

Lisboa embriaga y sobre todo me enamora.

joseblog-2puntocero. ... "un Navegante Perdido en la red."

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