domingo, 28 de septiembre de 2008

Ingrid Bergman e Isabella Rosellini.



Aquí se cumple la famosa frase “de tal palo, tal astilla”, y vemos como los genes se transmiten de padres a hijos, aquí de madre a hija, y vemos como de una maravillosa artista y una bella mujer, puede nacer otra belleza maravillosa con el arte aprendido de su madre.



EL PERÍODO ROSSELLINI

Cuando su carrera se encontraba en un punto álgido, a pesar de que algunas películas no funcionaron tan bien como ella desearía, un tremendo escándalo casi destroza toda su vida profesional. Ingrid era una ferviente admiradora del realismo italiano, y acepta de inmediato la propuesta del director Roberto Rossellini para participar en una película en Italia. La relación de inmediato dejó de ser profesional para transformarse en un apasionado romance, hecho que escandalizó a los Estados Unidos, porque ella no sólo estaba casada (con Petter Lindstrom) y tenía una hija, sino que la consideraban una figura emblemática dentro del mundo de Hollywood. Los periódicos incluso la llamaron adúltera. Hollywood no le perdonó que abandonara a su marido e hija y promovió un boicot que duró tres años (desde 1951 hasta 1954). Durante ese período, Ingrid no pudo volver a EE.UU. El divorcio se materializó en 1950, año en que se casó con Rossellini embarazada de su hijo Robertino. Después vendrían sus otras dos hijas: las gemelas Isotta e Isabella (la que posteriormente sería actriz y modelo). De esta forma, se inicia un período rosselliano, a ratos obsesivo y decepcionante, que duró 6 películas. En todo este tiempo, Rossellini no le dejaba trabajar con otro director. Esta época no se caracterizó por el éxito, hubo problemas económicos y la relación se deterioró cada vez más. Fue el director Jean Renoir quien, en 1957, rompió esta situación al pedirle a la Bergman que participara en la película Elena y los Hombres.



Joseblog-2puntocero. … “un Navegante Perdido en la red.”

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