jueves, 1 de abril de 2010

Semana Santa, Madrid y su Esperanza Macarena.



En estas fechas tradicionales de la semana santa española, Madrid da muestra su fe y devoción en sus calles, y uno de sus tradicionales pasos no puede ser otro que el de la Esperanza Macarena que todos los años sale a la calle Toledo para desde la Real Colegiata de San Isidro, ver a sus fieles del pueblo de Madrid que se agolpan a sus pies para darle vivas y llamarla “guapa”.

Orígenes

En el año del Señor de 1940, un grupo de sevillanos residentes en la Capital de España, añorantes de sus vivencias cofrades, decidieron poner en marcha un hermoso proyecto, que fructificaría en la fundación de una Hermandad y Cofradía de Nazarenos, que es hoy la más antigua de la Capital del Reino, entre las que han venido en denominarse “de inspiración andaluza”, por haberse adaptado, en gran medida y sin renunciar a una personalidad propia, a las formas de aquellas más genuinas que desde hace varios siglos ofrecen culto a sus Titulares en la tierra bendita de María Santísima, con la singularidad de que esta hermandad madrileña aglutina las dos máximas expresiones del fervor popular, entre las muy numerosas y diversas devociones que existen en la Ciudad Mariana hispalense.

En el año 1948 fue la primera salida procesional de la Imagen de María Santísima de la Esperanza Macarena, en la tarde de Jueves Santo.



Es un bello y armonioso conjunto, realizado en el más puro y señorial estilo sevillano. Sobre rica peana cincelada y plateada, de Jesús Domínguez, luego reformada por Manuel de los Ríos, luce la Imagen de María Santísima de la Esperanza Macarena, deslumbrando a quienes, con tanto fervor, la contemplan. En el centro de la peana destaca un ostensorio, en cuyo interior guarda dos astillas, procedentes de la restauración de ambas Imágenes Titulares de la Hermandad. Las diez jarras labradas en plata repujada, son obra del orfebre Jesús Domínguez, en cuyo prestigioso taller hispalense se cincelaron también los varales, así como la Imagen de la Inmaculada Concepción que preside la delantera del paso. También son debidos al buen oficio de orfebres sevillanos, los respiraderos realizados por Manuel Seco Velasco, los candelabros de cola por Santos Campanario, y la candelería actual por Manuel de los Ríos. En la salida penitencial del año 2004 se estrenó una parihuela, ejecutada en los Talleres de Manuel Guzmán Bejarano, con arreglo a las últimas innovaciones, en pro de facilitar en la medida de lo posible, el esforzado trabajo de los costaleros.

Los faldones, con el escudo de la Hermandad, fueron bordados por Esperanza Elena Caro, y los broches por los Talleres de Morillo, en Sevilla. El palio, de terciopelo rojo, luce una gloria en plata, obra de Fernando Marmolejo Camargo, que reproduce la Imagen de Santa María la Real de la Almudena, como homenaje al pueblo de Madrid. Este palio fue diseñado por Juan Pérez Calvo, y bordado por Sor Esperanza Pascualena en el Colegio San Martín de Cádiz, conocido entonces como Escuelas de la Inmaculada, regentado por las Hijas de la Caridad. También de la misma autoría, diseño y bordados, es el manto de salida de la Señora, primorosamente realizado en oro sobre terciopelo verde, y que afortunadamente se encuentra en magnífico estado de conservación.



En la Estación de Penitencia va portada por hermanos costaleros, al mando de un capataz y un segundo, auxiliados por dos contraguías.
Cada uno de los pasos “calza” treinta y cinco costaleros, cinco por cada una de las siete trabajaderas, que forman “la cuadrilla”. Utilizan para su esforzado empeño un equipo singular, compuesto de faja, alpargatas, pantalón, camiseta o sudadera, y lo más importante “el costal”, tela que va enrollada desde la cabeza del costalero, descendiendo y formando “la morcilla”, es sobre esta tela donde descansa el peso que estoicamente soporta “la gente de abajo”.
Únicamente aquel que ha tenido la suerte de llevar en alguna ocasión un paso, es capaz de describir, y a veces resulta difícil, la emoción que se siente durante todo el recorrido procesional de la Cofradía penitente, que se desborda incontenible al término del mismo, impresiona contemplar como estos jóvenes, y algunos veteranos, rompen a llorar cuando, de regreso a la Colegiata, se abrazan entre ellos, con los capataces y los auxiliares de los pasos.
Como reconocimiento por parte de la Hermandad, a los costaleros más veteranos, se les entrega un diploma conmemorativo, al cumplir los diez años de permanencia en las cuadrillas.


joseblog-2puntocero. ... "un Navegante Perdido en la red."

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